jueves, 22 de noviembre de 2012

Examen de lámparas en accidentes de tráfico


En ocasiones, existen testimonios contradictorios sobre si alguno de los vehículos implicados en un accidente llevaba o no accionado su sistema de alumbrado. En estos casos es necesario efectuar un examen detallado de las lámparas en busca de evidencias que permitan resolver esta cuestión.

Si bien cada vez son más los vehículos equipados con faros de xenon, en el actual parque automovilístico aún prevalecen las luces halógenas, frente a otros tipos.

Una lámpara halógena se compone de una ampolla de cristal que encierra uno o más filamentos de tungsteno, en una atmósfera de gas halógeno. Al encenderse, el filamento alcanza temperaturas de hasta 2.200 grados centígrados, produciendo luz.




En una colisión entre dos vehículos, es frecuente que la lámpara se rompa. En algunos casos, el filamento puede romperse aun cuando la ampolla de cristal no se haya fragmentado. Si el filamento rompe en frío, por lo general conserva su morfología inicial. Si por el contrario rompe en caliente, el material - muy dúctil - se estira y desenrolla, quedando revirado.


Si la ampolla de cristal resulta fracturada, el filamento queda expuesto al oxígeno del aire. Esto por sí solo no afecta a un filamento en frío. Si por el contrario el filamento rompe en caliente, sufrirá una rápida oxidación adquiriendo un tono negruzco característico.

La ruptura de la ampolla puede arrojar también otras pistas sobre si la lámpara estaba o no encendida. El filamento puede incluso mostrar trazas del cristal de la ampolla, que en contacto con el calor del tungsteno quedan fundidos y depositados sobre él .


En ocasiones, un análisis exhaustivo exige la utilización de dispositivos ópticos para distinguir partículas depositadas sobre el filamento.