La tecnología de las lámparas de xénon introdujo una iluminación más eficiente, tanto en términos de longitud iluminada como en la capacidad de distinguir los objetos ubicados dentro del haz.
Esta tecnología sin embargo no permitía una activación rápida de la lámpara, por lo que el conductor no podía utilizar el sistema de alumbrado para emitir destellos a modo de aviso. Esta es la razón por la que las lámparas de xénon se instaban únicamente para las luces de corto alcance, y no para las “largas”, o de carretera.
Para resolver este problema, las lámparas bi-xénon efectúan un cambio de lentes que redireccionan el haz luminoso.
Si además se dota al sistema de la capacidad de modificar la dirección del haz, puede dirigirse la luz hacia la zona que realmente interesa iluminar:
En el caso de una recta, ambos arcenes quedan suficientemente iluminados por la apertura del haz proyectado, de forma cónica. Sin embargo, en el caso de una curva (por ejemplo a derechas) un haz fijo iluminará el arcén izquierdo, pero en menor medida el derecho. Esta situación puede retrasar la posibilidad de apercibir un obstáculo que aparezca por este lado.
Para solventar este problema, las luces bi-xénon direccionables giran la dirección del haz hacia el mismo lado al que gira el volante.
Este sistema puede aumentar la longitud de calzada iluminada en hasta 20 metros:
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